Capitulo 41 :3

Entraron por la puerta trasera de tu casa, ubicada en la cocina, no había nadie. Solo había una nota sobre la mesa…

George pareció no notarlo, se dirigió al refrigerador como era de esperarse.

Te acercaste a la susodicha nota.

Era de Paul.

No era una nota.

Era algo peor.

Un pequeño recuadro de papel, era una foto.

Paul y tu, besándose, desnudos.

¿De donde mierda la habría sacado?

Seguramente era de hoy.

George se volvió hacia ti comiendo un emparedado, rápidamente guardaste la foto en tu bolsillo. George lo noto.

George: Que traes ahí? –Dijo asomándose

Mary: N-no es nada, es solo… tu foto –dijiste sonrojándote

George: aah, entiendo –blush-

“Bien, me salí de esta”

Mary: Harrison, iré a dormir antes de que llegue John a preguntar que ocurrió

George te tomo de la cintura y beso tu nariz.

Harrison: Duerme bien

Tu solo sonreíste estupidamente y subiste la escalera.

Habitación, sola, otra vez.

Tenías miedo de que Paul llegara a “eso” nuevamente.

Te sentaste al borde de tu cama. Miraste hacia tu mesa de Noche y viste la vela, junto a tu foto con Dave.

Luego pasaste tus ojos hacia la foto con Paul. Sentiste pasos en el pasillo, guardaste rápidamente la foto y te acercaste  a la puerta en caso de que fuera otro conejo.

Era George.

Venia en boxer.

Con una almohada.

Mary: Vienes a torturarme? D:

George: No, vengo a protegerte

Mary: Bien, pero tu dormirás a la pared

(Una vez acostados (En el buen sentidoxd) y wea)

George te abrazaba, mientras tu usabas su peshoh de almohada.

Narración Absurda. Narra George.

La tenia tan cerca, y a la vez tan lejos.

Su calor me volvía loco, no podía creer que estaba allí, con ella.

Tampoco podía creer que alguien mas toco su lindo cuerpo antes que yo.

Me gustase o no, solo era su protector.

Cuantas ganas de hacerla mía, de convertirla en mi chica. De que me dijera “Te amo”.

De sentir su piel. Escribiría mil canciones para ella a cambio de otro beso.

Su cabello, su aroma, su forma de ser.

Sus ojos, su voz, su risa. La forma en la que golpea a John, la forma en la que convive con nosotros.

La forma en la que logro hacerme llorar…

Me derretía cada vez que me sonreía, cada vez que me miraba, cada vez que sus lindos labios pronunciaban mi nombre.

Y ni hablar de cuando me besaban.

¿Estaba dispuesto a espérala? O… ¿Mis impulsos de hombres me harían perderla?

Vaya Harrison, siempre tan fatalista.

Ahora, el resto de la noche, y siempre, no la soltaría jamás.